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Agricultura urbana

¿Podemos pensar en el desarrollo de un modelo de producción rural en la ciudad? ¿Cuáles son las condiciones necesarias para hacer de la ciudad un territorio productivo? ¿Por qué no existen en el imaginario ni en el uso de suelo de la ciudad? ¿Cómo la metrópolis puede integrar la agricultura para garantizar una seguridad alimentaria?

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Qué sería de Ciudad de México y de quienes la habitamos si no pudiéramos reverdecer los innumerables espacios colmados de cemento con azoteas verdes, cultivos de traspatio o en la zona de chinampas. Qué pasaría si vecinas y vecinos no nos organizáramos para apropiarnos y cuidar de camellones, lotes baldíos, o huertos comunitarios, o incluso si en algunas escuelas no se enseñara cómo cultivar un jardín colectivo. La agricultura urbana es tan diversa en sus manifestaciones como los lugares en los que se produce. Es una forma alternativa de pro­ducción y distribución de alimentos orientada al autoconsumo. Ofrece múltiples beneficios culturales, sociales, ambientales y económicos, dando cuenta de la importancia de la transmisión de saberes ancestrales y modernos, la creación y fortalecimiento de redes de apoyo, la participación y autogestión en el cuidado del medioambiente, y el fomento de la salud de las personas. Entre los desafíos destacan: disponer de suelo y agua limpia para su desarrollo, así como conformar redes de agricultores que utilicen prácticas más ecológicas y colaborativas con el fin de mantener los servicios ambientales que ofrece el territorio, e impulsar la producción y distribución de alimentos para el abastecimiento que hasta hoy, en su mayoría, proviene de otros lugares.

Qué sería de Ciudad de México y de quienes la habitamos si no pudiéramos reverdecer los innumerables espacios colmados de cemento con azoteas verdes, cultivos de traspatio o en la zona de chinampas. Qué pasaría si vecinas y vecinos no nos organizáramos para apropiarnos y cuidar de camellones, lotes baldíos, o huertos comunitarios, o incluso si en algunas escuelas no se enseñara cómo cultivar un jardín colectivo. La agricultura urbana es tan diversa en sus manifestaciones como los lugares en los que se produce. Es una forma alternativa de pro­ducción y distribución de alimentos orientada al autoconsumo. Ofrece múltiples beneficios culturales, sociales, ambientales y económicos, dando cuenta de la importancia de la transmisión de saberes ancestrales y modernos, la creación y fortalecimiento de redes de apoyo, la participación y autogestión en el cuidado del medioambiente, y el fomento de la salud de las personas. Entre los desafíos destacan: disponer de suelo y agua limpia para su desarrollo, así como conformar redes de agricultores que utilicen prácticas más ecológicas y colaborativas con el fin de mantener los servicios ambientales que ofrece el territorio, e impulsar la producción y distribución de alimentos para el abastecimiento que hasta hoy, en su mayoría, proviene de otros lugares.