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Centralidad

¿Qué define un centro o la condición de centralidad dentro de la ciudad? ¿Qué genera la centralidad?

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En el sentido territorial, urbano, metropolitano y megalopolitano, una centralidad puede ser unidimensional o polidimensional. Puede ser establecida desde el ámbito económico, de intercambio, de interacción productiva, laboral, constructivo, de intensidad o hacinamiento poblacional.

En este sentido, una centralidad también puede ser un corredor de metrobús o un eje vial con determinantes de concentración y continuidad. Es entonces el territorio continuo en donde lo físico espacial se rompe dando cabida al espacio-tiempo, expresado en movilidad, intercambio material e inclusive de ideas, interacción política, cultural, recreativa y de seguridad ciudadana.

La centralidad es el espacio con mejor localización en términos de la renta urbana, no importa que este no sea el lugar central geográfico o la centralidad territorial. Se refiere al lugar en donde existe interacción social, apropiación del espacio público y reconocimiento de los intereses difusos. La centralidad es continuidad y confluencia del conocimiento urbano.

Derivado del centro, en distintos campos de conocimiento, la centralidad a través de la historia, está asociada a la necesidad de entender y explicar el fenómeno de la sociedad en el territorio y su dinamismo. Desde la perspectiva de la antropología y los asentamientos humanos, a través de él, todas sus actividades: culturales, comerciales, sociales. El centro es pues, fundacional, es origen, es referencia y punto de partida. De ida y vuelta. Hoy, según Koolhass y su Ciudad Genérica (1995), el centro ha sido rebasado. Por la carga de información que lo define y redefine constantemente, hasta el punto de saturación y desecho. Por eso la necesidad y pretexto de valorar recientemente la periferia y su potencial como lugar de atención. Pero siempre relacionada al centro. Así tenemos hoy el centro y otras centralidades en la periferia. Así, el centro de México, desde los pueblos originarios de Tenochtitlan, Azcapotzalco, Xochimilco, Texcoco; su continuidad en el transcurrir de nuestra historia en Coyoacán, San Ángel, San Cosme, Santa María la Ribera, y otros tantos santos más. Así también, las nuevas centralidades en Polanco-Santa Fe, Zumpango-Huehuetoca. Y, lo que siga.

En el sentido territorial, urbano, metropolitano y megalopolitano, una centralidad puede ser unidimensional o polidimensional. Puede ser establecida desde el ámbito económico, de intercambio, de interacción productiva, laboral, constructivo, de intensidad o hacinamiento poblacional.

En este sentido, una centralidad también puede ser un corredor de metrobús o un eje vial con determinantes de concentración y continuidad. Es entonces el territorio continuo en donde lo físico espacial se rompe dando cabida al espacio-tiempo, expresado en movilidad, intercambio material e inclusive de ideas, interacción política, cultural, recreativa y de seguridad ciudadana.

La centralidad es el espacio con mejor localización en términos de la renta urbana, no importa que este no sea el lugar central geográfico o la centralidad territorial. Se refiere al lugar en donde existe interacción social, apropiación del espacio público y reconocimiento de los intereses difusos. La centralidad es continuidad y confluencia del conocimiento urbano.

Derivado del centro, en distintos campos de conocimiento, la centralidad a través de la historia, está asociada a la necesidad de entender y explicar el fenómeno de la sociedad en el territorio y su dinamismo. Desde la perspectiva de la antropología y los asentamientos humanos, a través de él, todas sus actividades: culturales, comerciales, sociales. El centro es pues, fundacional, es origen, es referencia y punto de partida. De ida y vuelta. Hoy, según Koolhass y su Ciudad Genérica (1995), el centro ha sido rebasado. Por la carga de información que lo define y redefine constantemente, hasta el punto de saturación y desecho. Por eso la necesidad y pretexto de valorar recientemente la periferia y su potencial como lugar de atención. Pero siempre relacionada al centro. Así tenemos hoy el centro y otras centralidades en la periferia. Así, el centro de México, desde los pueblos originarios de Tenochtitlan, Azcapotzalco, Xochimilco, Texcoco; su continuidad en el transcurrir de nuestra historia en Coyoacán, San Ángel, San Cosme, Santa María la Ribera, y otros tantos santos más. Así también, las nuevas centralidades en Polanco-Santa Fe, Zumpango-Huehuetoca. Y, lo que siga.