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Decrecimiento

Las condiciones de desigualdad y los efectos de la urbanización en el medio ambiente parecen sugerir que es momento de pensar en nuevas velocidades y reducir las ambiciones y ansiedades de transformación y crecimiento sin dejar de mejorar las condiciones de vida de tod@s.

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La ciencia confirma que el crecimiento económico, promovido y demandado por el capitalismo, es insostenible y destructivo. Pero el crecimiento, anhelado en una cultura consumista, sigue siendo imperativo para empresas, instituciones y gobiernos. Promover el crecimiento continuo en un planeta finito es suicida. Aunque el crecimiento es insostenible, es posible un mayor bienestar humano sin crecimiento: un descenso próspero y estable.

El decrecimiento, aunque inevitable, puede ser favorable. Para distinguirlo de un colapso civilizatorio (decrecimiento acelerado no planificado), es mejor ponerle apellido. El decrecimiento sostenible es un incremento del bienestar humano y de la naturaleza en el corto y largo plazo, a escala local y global, mediante la reducción justa y consensada de la producción y el consumo, la profundización de la democracia, la restauración de los ecosistemas y la redistribución de la riqueza para extender y profundizar las relaciones humanas en lugar de las relaciones mercantiles y de poder.

En tiempos de cambio climático, crisis energética, pandemias, devastación de la naturaleza, violencia desbordada, desigualdades inhumanas, polarización política, tecnología deshumanizada… en suma; en tiempos de crisis civilizatoria, el decrecimiento apuesta por una transformación cultural y política de raíz orientada al único futuro humano sostenible: vivir mejor con menos.

La ciencia confirma que el crecimiento económico, promovido y demandado por el capitalismo, es insostenible y destructivo. Pero el crecimiento, anhelado en una cultura consumista, sigue siendo imperativo para empresas, instituciones y gobiernos. Promover el crecimiento continuo en un planeta finito es suicida. Aunque el crecimiento es insostenible, es posible un mayor bienestar humano sin crecimiento: un descenso próspero y estable.

El decrecimiento, aunque inevitable, puede ser favorable. Para distinguirlo de un colapso civilizatorio (decrecimiento acelerado no planificado), es mejor ponerle apellido. El decrecimiento sostenible es un incremento del bienestar humano y de la naturaleza en el corto y largo plazo, a escala local y global, mediante la reducción justa y consensada de la producción y el consumo, la profundización de la democracia, la restauración de los ecosistemas y la redistribución de la riqueza para extender y profundizar las relaciones humanas en lugar de las relaciones mercantiles y de poder.

En tiempos de cambio climático, crisis energética, pandemias, devastación de la naturaleza, violencia desbordada, desigualdades inhumanas, polarización política, tecnología deshumanizada… en suma; en tiempos de crisis civilizatoria, el decrecimiento apuesta por una transformación cultural y política de raíz orientada al único futuro humano sostenible: vivir mejor con menos.