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Megaproyectos

No parece que el megaproyecto es sólo un proyecto de gran escala. ¿Qué implica esto en la ciudad? ¿Por qué son tan evocados y tan peleados? ¿Cómo abordar los megaproyectos para que sean más integrales, y también más efectivos en su implementación?

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Los megaproyectos son planes de gran escala que buscan dar respuesta a las necesidades urbanas, sociales y económicas de hoy, a través de la densificación y verticalización de las ciudades.

Por el solo hecho de su tamaño, los megaproyectos tienen la capacidad de convertirse en nuevas centralidades de coincidencia económica y social, las cuales no siempre forman parte de la planeación de la ciudad, impactando las dinámicas de la misma y calidad de vida de sus habitantes. También suelen ser fuentes de polémica y controversia social al atraer multiplicidad de actores e intereses. Al provocar importantes transformaciones en su entorno inmediato, y funcionar como microciudades dentro de las ciudades, el desarrollo de nuevos megaproyectos, suele desafiar las dinámicas y patrones urbanos de la zona y comprometer los comportamientos sociales de los habitantes.

Los megaproyectos, brindan nuevos espacios que interfieren en el comportamiento humano y detonan nuevos tipos de vínculos y relaciones entre la arquitectura y la ciudad. Son una manera de repensar el papel que juega la arquitectura de gran escala a nivel urbano, y reimaginar nuevas formas de habitar la urbe.

Obra de grandes dimensiones que involucra presupuestos millonarios, un largo tiempo de ejecución, una alta complejidad tecnológica, legal y ambiental y que a la vez busca dar respuesta al crecimiento de la población y a la necesidad de cambio de una infraestructura deficiente y vieja. Desde la necesidad de un mejor acceso al agua, la producción de energías limpias, mejorar la movilidad, entre otros.

Los megaproyectos transforman la vida de la gente, por lo que, con la planificación y gestión adecuada, así como con un proceso legítimo de participación ciudadana, se pueden provocar cambios positivos en la vida de la población. La implementación de un megaproyecto tiene el reto de atender el déficit de desarrollo económico, a la vez que atender las demandas de un proceso más democrático, es decir, incorporando de manera virtuosa los factores económicos, sociales e institucionales.

Los megaproyectos son planes de gran escala que buscan dar respuesta a las necesidades urbanas, sociales y económicas de hoy, a través de la densificación y verticalización de las ciudades.

Por el solo hecho de su tamaño, los megaproyectos tienen la capacidad de convertirse en nuevas centralidades de coincidencia económica y social, las cuales no siempre forman parte de la planeación de la ciudad, impactando las dinámicas de la misma y calidad de vida de sus habitantes. También suelen ser fuentes de polémica y controversia social al atraer multiplicidad de actores e intereses. Al provocar importantes transformaciones en su entorno inmediato, y funcionar como microciudades dentro de las ciudades, el desarrollo de nuevos megaproyectos, suele desafiar las dinámicas y patrones urbanos de la zona y comprometer los comportamientos sociales de los habitantes.

Los megaproyectos, brindan nuevos espacios que interfieren en el comportamiento humano y detonan nuevos tipos de vínculos y relaciones entre la arquitectura y la ciudad. Son una manera de repensar el papel que juega la arquitectura de gran escala a nivel urbano, y reimaginar nuevas formas de habitar la urbe.

Obra de grandes dimensiones que involucra presupuestos millonarios, un largo tiempo de ejecución, una alta complejidad tecnológica, legal y ambiental y que a la vez busca dar respuesta al crecimiento de la población y a la necesidad de cambio de una infraestructura deficiente y vieja. Desde la necesidad de un mejor acceso al agua, la producción de energías limpias, mejorar la movilidad, entre otros.

Los megaproyectos transforman la vida de la gente, por lo que, con la planificación y gestión adecuada, así como con un proceso legítimo de participación ciudadana, se pueden provocar cambios positivos en la vida de la población. La implementación de un megaproyecto tiene el reto de atender el déficit de desarrollo económico, a la vez que atender las demandas de un proceso más democrático, es decir, incorporando de manera virtuosa los factores económicos, sociales e institucionales.