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Ruina

¿Cómo se cataloga la ruina? Todo lo que “no funciona” ¿es ruina?  ¿No estamos llenos de elementos urbanos rotos, incompletos y por ende inservibles? ¿Cómo revalorizar la ruina como parte de nuestro paisaje e identidad?

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En México las ruinas son "naturales", de "origen", como lo precisó en su momento Carlos Fuentes, quien las definió como los "proyectos vitales prometidos y luego abandonados". En los diversos centros de la Ciudad de México, como el Centro Histórico, San Ángel o Coyoacán, coexisten de forma desigual los vestigios del pasado prehispánico, la época virreinal y los edificios modernos, y constatamos su natural estado ruinoso. Una urbe de ruinas edificadas sobre ruinas de origen nos hace reflexionar cómo la Ciudad de México también es un "territorio del desgaste" como lo afirmó Juan Villoro. No sólo en los centros encontramos la ruina, sino por doquier escuchamos el ruido ensordecedor del taladro y el cincel, nos percatamos de estar inmersos en un ambiente donde vuelan partículas de cal, minúsculos trozos de lo que fueron casas, sueños y promesas, e inconscientemente respiramos ruina. En esta ciudad, el paso del tiempo, la pátina de la antigüedad, las huellas de los que alguna vez habitaron, solo vuelven más atesorable y espléndido cualquier objeto, y que la ciudad tenga un gran valor de ruina que pues la lleva dentro.

En México las ruinas son "naturales", de "origen", como lo precisó en su momento Carlos Fuentes, quien las definió como los "proyectos vitales prometidos y luego abandonados". En los diversos centros de la Ciudad de México, como el Centro Histórico, San Ángel o Coyoacán, coexisten de forma desigual los vestigios del pasado prehispánico, la época virreinal y los edificios modernos, y constatamos su natural estado ruinoso. Una urbe de ruinas edificadas sobre ruinas de origen nos hace reflexionar cómo la Ciudad de México también es un "territorio del desgaste" como lo afirmó Juan Villoro. No sólo en los centros encontramos la ruina, sino por doquier escuchamos el ruido ensordecedor del taladro y el cincel, nos percatamos de estar inmersos en un ambiente donde vuelan partículas de cal, minúsculos trozos de lo que fueron casas, sueños y promesas, e inconscientemente respiramos ruina. En esta ciudad, el paso del tiempo, la pátina de la antigüedad, las huellas de los que alguna vez habitaron, solo vuelven más atesorable y espléndido cualquier objeto, y que la ciudad tenga un gran valor de ruina que pues la lleva dentro.