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Gobernanza

¿A qué nos referimos con gobernar la ciudad? ¿Por qué resulta tan complejo, tan difícil, pero tan diputado y tan necesario entender? ¿Cómo se crean las capacidades de gobernanza del territorio?

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A más de la mitad de Ciudad de México la gobiernan desde Toluca unos tipos que viven en Atlacomulco.

La gobernanza, implementación y gestión de los servicios de una ciudad tan grande como esta, está fatídicamente dividida en dos sin un motivo racional contemporáneo. La esfera política del cártel del crimen organizado denominado Grupo Atlacomulco y otros grupos afines como Antorcha Campesina han sido un factor determinante en considerar como impensable la posibilidad de revisar su territorio.

La ausencia o falta de voluntad política para establecer comisiones metropolitanas efectivas que pudieran subsanar las deficiencias implícitas al atender la planeación y manejo de innumerables servicios como un todo en conjunto, ha generado dos identidades: por un lado, los chilangos de primera, aquellos que habitan dentro; y, por el otro, los chilangos de segunda, los mexiquenses arrimados.

Se refiere a cómo los diferentes actores que actúan en el territorio (político, social, académico, gremial, ciudadano y empresarial) dirimen la tensión entre sus derechos. Se basa en cómo se organiza la toma de decisiones, a partir de los diferentes intereses y necesidades del sector público, privado y social. Incluye la legislación, el espacio, los instrumentos y los mecanismos de participación en el desarrollo urbano, y abarca las formas de organización y participación de los habitantes de la ciudad (insumos para la construcción de mecanismos robustos de incidencia que permitan una participación ciudadana real y efectiva). La gobernanza, escasa en esta ciudad, implica negociación clara y explícita, transparente, legítima y con suficiente información que permita una mejor articulación y colaboración entre los diferentes actores.

La gobernanza es un concepto que se ha estado construyendo en las últimas tres décadas. No hay una acepción única pero sí coincidencias. Se trata de la acción del buen gobierno que se legitima, por un lado, a través del reconocimiento de actores de los diferentes sectores público, privado y social para la construcción de acuerdos; y por el otro, por la efectividad de sus resultados. En una primera etapa, la gobernanza se reconocía a partir de la concurrencia exclusivamente de actores públicos, generalmente de diferentes ámbitos y/o sectores de gobierno.

Hoy, los acuerdos de gobernanza requieren de la inclusión de los particulares y de las organizaciones sociales. En Ciudad de México se lograrían acuerdos entre varias alcaldías, y/o con la jefatura de gobierno, y/o con los gobiernos de entidades vecinas, y/o el Gobierno Federal; pero también es deseable que en la construcción de esas soluciones de gobierno participara la sociedad civil, desde los grupos empresariales hasta las organizaciones de la sociedad civil.

A más de la mitad de Ciudad de México la gobiernan desde Toluca unos tipos que viven en Atlacomulco.

La gobernanza, implementación y gestión de los servicios de una ciudad tan grande como esta, está fatídicamente dividida en dos sin un motivo racional contemporáneo. La esfera política del cártel del crimen organizado denominado Grupo Atlacomulco y otros grupos afines como Antorcha Campesina han sido un factor determinante en considerar como impensable la posibilidad de revisar su territorio.

La ausencia o falta de voluntad política para establecer comisiones metropolitanas efectivas que pudieran subsanar las deficiencias implícitas al atender la planeación y manejo de innumerables servicios como un todo en conjunto, ha generado dos identidades: por un lado, los chilangos de primera, aquellos que habitan dentro; y, por el otro, los chilangos de segunda, los mexiquenses arrimados.

Se refiere a cómo los diferentes actores que actúan en el territorio (político, social, académico, gremial, ciudadano y empresarial) dirimen la tensión entre sus derechos. Se basa en cómo se organiza la toma de decisiones, a partir de los diferentes intereses y necesidades del sector público, privado y social. Incluye la legislación, el espacio, los instrumentos y los mecanismos de participación en el desarrollo urbano, y abarca las formas de organización y participación de los habitantes de la ciudad (insumos para la construcción de mecanismos robustos de incidencia que permitan una participación ciudadana real y efectiva). La gobernanza, escasa en esta ciudad, implica negociación clara y explícita, transparente, legítima y con suficiente información que permita una mejor articulación y colaboración entre los diferentes actores.

La gobernanza es un concepto que se ha estado construyendo en las últimas tres décadas. No hay una acepción única pero sí coincidencias. Se trata de la acción del buen gobierno que se legitima, por un lado, a través del reconocimiento de actores de los diferentes sectores público, privado y social para la construcción de acuerdos; y por el otro, por la efectividad de sus resultados. En una primera etapa, la gobernanza se reconocía a partir de la concurrencia exclusivamente de actores públicos, generalmente de diferentes ámbitos y/o sectores de gobierno.

Hoy, los acuerdos de gobernanza requieren de la inclusión de los particulares y de las organizaciones sociales. En Ciudad de México se lograrían acuerdos entre varias alcaldías, y/o con la jefatura de gobierno, y/o con los gobiernos de entidades vecinas, y/o el Gobierno Federal; pero también es deseable que en la construcción de esas soluciones de gobierno participara la sociedad civil, desde los grupos empresariales hasta las organizaciones de la sociedad civil.