¿Cómo surgen y se organizan estos “quehaceres de resistencia”? ¿Qué evidencian? ¿Qué podemos aprender de sus prácticas internas?
Capacidades de obstrucción u oposición con posibilidades de agencia y transformación de territorios y sentidos, las resistencias aluden a las contradicciones y ambivalencias entre las formas en que se erigieron las urbes modernas y las maneras de habitarlas. Asociaciones vecinales, pueblos indígenas, migrantes, colectivos de artistas, feministas, trabajadores se agrupan para reclamar por el derecho a la vivienda, el rechazo a la violencia, el acceso al agua o mejoras en las condiciones salariales.
Frente a diseños que reactualizan guetos, barrios amurallados o procesos de gentrificación, estas prácticas de resistencia interpelan el destino unidireccional de desarrollo, borroneando narrativas homogeneizantes, desestabilizando temporalidades marcadas por la lógica productivista o contraviniendo un ordenamiento parcelado. Los cuerpos en resistencia inscriben la disidencia en calles, monumentos, radios o redes sociales; postulan un lenguaje vital, crítico, antagónico, de conflicto y negociación. De este modo, el espacio público deviene un campo en disputa, en donde se actualiza el sueño recurrente de una metrópoli ampliada y justa.
Capacidades de obstrucción u oposición con posibilidades de agencia y transformación de territorios y sentidos, las resistencias aluden a las contradicciones y ambivalencias entre las formas en que se erigieron las urbes modernas y las maneras de habitarlas. Asociaciones vecinales, pueblos indígenas, migrantes, colectivos de artistas, feministas, trabajadores se agrupan para reclamar por el derecho a la vivienda, el rechazo a la violencia, el acceso al agua o mejoras en las condiciones salariales.
Frente a diseños que reactualizan guetos, barrios amurallados o procesos de gentrificación, estas prácticas de resistencia interpelan el destino unidireccional de desarrollo, borroneando narrativas homogeneizantes, desestabilizando temporalidades marcadas por la lógica productivista o contraviniendo un ordenamiento parcelado. Los cuerpos en resistencia inscriben la disidencia en calles, monumentos, radios o redes sociales; postulan un lenguaje vital, crítico, antagónico, de conflicto y negociación. De este modo, el espacio público deviene un campo en disputa, en donde se actualiza el sueño recurrente de una metrópoli ampliada y justa.